Estos son los lugares de mayor influencia alemana del San Petersburgo actual
Deambulando por San Petersburgo, uno se encuentra a menudo con antiguos carteles en alemán que indican el nivel del agua del río Nevá en diferentes años, y hay otras huellas de la presencia alemana en la vida de la ciudad. Por extraño que pueda parecer a los residentes actuales, San Petersburgo solía tener un número considerable de germanoparlantes entre su población.
¿Cómo llegaron los alemanes a San Petersburgo?
Los alemanes empezaron a llegar a Rusia a mediados del siglo XVIII por invitación de la emperatriz Catalina la Grande, que era alemana de nacimiento. Se asentaron en tierras deshabitadas de la región del Volga y el sur de Siberia, y es allí donde todavía hoy se puede encontrar a los descendientes de esos mismos colonos. Muchos también se dirigieron hacia la capital del Imperio ruso, San Petersburgo. Entre ellos se encontraban personas importantes como Peter Pallas, que descubrió el gato más suave del mundo, el manul, al que dio su nombre (ojo, el gato no lo pidió); el fundador de la ingeniería eléctrica, Emil Lenz; y el marino y navegante Adam Johann von Krusenstern [Iván Kruzenshtern].
Otto von Bismarck, diplomático durante su estancia en San Petersburgo; el arqueólogo Heinrich Schliemann, que descubrió Troya, y el explorador Alexander von Humboldt, que publicó obras sobre los Urales y Siberia para extranjeros, vivieron en la ciudad durante muchos años. Según el censo de 1897, más de 50.000 personas de etnia alemana estaban registradas en San Petersburgo, que tenía una población de un millón de habitantes: eran el grupo étnico más numeroso después de los rusos. Ocupaban altos cargos estatales y académicos, es decir, eran personas muy influentes en la capital.
Los alemanes empezaron a abandonar Rusia a principios del siglo XX: las dos guerras mundiales y las revoluciones contribuyeron a ello. En la actualidad, no hay en San Petersburgo más de 3.000 alemanes, incluidos los expatriados. La ciudad tiene ahora una población de cinco millones de personas.
Iglesia luterana de San Pedro y San Pablo (Petrikirche) y sus alrededores
San Petersburgo contaba con barrios que recibían el nombre de sloboda, es decir, gremios o comunidades, habitados por personas de la misma profesión (por ejemplo, alfareros, herreros o marineros) o de la misma nacionalidad. En la ciudad había slobodas griegas, tártaras y francesas. La sloboda alemana ocupaba la mayor parte del centro, desde el Jardín de Verano hasta el Palacio de Invierno, con la calle Milionnaia como calle principal (entre 1738 y 1783 se llamó calle Nemétskaia [alemana). Los lugareños mantuvieron sus tradiciones, su lengua y su religión.
La iglesia luterana, Petrikirche (Iglesia de San Pedro y San Pablo), que data de mediados del siglo XIX y que hoy dirige el pastor Michael Schwarzkopf), originaria de Turingia, es el corazón del barrio alemán. “Nuestra iglesia es muy pequeña pero independiente, y es un motivo de orgullo para nosotros”, dice Michael. La comunidad eclesiástica actual es realmente pequeña: hay hasta 500 feligreses permanentes, según Gerhard Reutter, responsable de relaciones públicas de la comunidad. Gerhardt realiza visitas guiadas a la iglesia a todos los interesados, llevándolos a la cripta y al campanario. Durante el periodo soviético había aquí una piscina, y los interiores ahora restaurados son muy impresionantes.
La Petrikirche también atrae a los aficionados a la música de órgano: El director de la Kirchenmusikdirektor, Serguéi Silaievski, invita a intérpretes conocidos y él mismo se sienta a menudo al instrumento (e incluso toca música europea antigua a dúo con una balalaika). “Tenemos un órgano 'Willi Peter' de los años 70, que llegó aquí en 2017 procedente de una comunidad alemana similar en el extranjero (Deutsche Gemeinde im Ausland), solo que en Suecia”, dice Serguéi.
Justo después de la Petrikirche está la Petrischule, que fue la primera escuela de San Petersburgo. Entre sus famosos alumnos se encuentran el compositor de la ópera Borís Godunov, Modest Mussorgski; Nicholas Benois, el arquitecto de Peterhof; y también el poeta soviético Joseph Brodsky.
Además de la Petrischule, también había escuelas anexas a la Annenkirche (que ahora sirve a la comunidad finlandesa, mientras que la Annenschule se convirtió en un instituto centrado en la física y las matemáticas); la Iglesia Reformada Alemana (en el periodo soviético se convirtió en una casa de cultura de estilo constructivista); y la Katharinenkirche de la isla Vasílievski. Aquí, en la isla Vasílievski, se puede contemplar la mayor parte del patrimonio arquitectónico alemán.
‘Líneas’ en lugar de calles
La isla Vasílievski fue inicialmente el emplazamiento del barrio francés, pero el lugar era muy popular entre los alemanes de San Petersburgo. La isla está diseñada como una serie de “líneas” en lugar de calles: La intención era excavar canales siguiendo el ejemplo de Ámsterdam, pero resultaron demasiado estrechos y hubo que rellenarlos de nuevo, mientras que las “líneas” permanecieron. Como curiosidad, otra ciudad rusa con líneas en lugar de calles es Marks, en la región de Sarátov, antigua capital de la región alemana del Volga.
El arqueólogo alemán que descubrió la Troya de Homero, Heinrich Schliemann, ciudadano honorario de San Petersburgo, vivió en el número 28 de la 1ª línea entre 1850 y 1860. La fábrica de pianos de Jakob Becker estaba en la 8ª línea (tras la caída de la URSS la producción se reanudó en Alemania).
En la isla Vasílievski sobreviven algunas de las instituciones médicas más antiguas de San Petersburgo. Había tantos médicos entre los alemanes que en una época las dos palabras eran prácticamente sinónimos. Pedro I abrió en la isla el museo Kunstkamera, con su colección de diversas rarezas médicas. En 1797 se abrió en la isla un instituto de obstetricia con escuela de parteras, que posteriormente recibió el nombre del ruso alemán Dmitri Ott.
Aquí se encuentra la farmacia-museo del Dr. Alexander Poehl, la primera farmacia de la ciudad, que aún funciona. Se rumorea que Poehl tenía grifos en la torre de la farmacia y que practicaba la alquimia. Hoy en día no está claro si estas historias tenían algo de ciertas. ¡Quizá tú descubras los secretos de su farmacia!
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