Las trágicas historias de cuatro modelos soviéticas
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Ser modelo en la URSS no se consideraba una profesión de prestigio y el trabajo era realmente duro. Por este arduo trabajo (12 horas diarias en los camerinos y en las pasarelas de la Casa de Modelos de la Unión Soviética), las jóvenes ganaban solo 76 rublos al mes (en los años 60), lo que al cambio actual sería unos 150 dólares. Además, tenían que comprar el calzado y los productos de cosmética para los desfiles de moda con su propio dinero. La posibilidad de cruzar el Telón de Acero y conocer otros países era prácticamente la única ventaja del trabajo de una modelo soviética. Para que el KGB les permitiera salir del país y eliminar a la competencia, las chicas llegaban incluso a denunciarse entre ellas de forma anónima.
1. Regina Zbárskaya (1935 – 1987, momento cumbre de su carrera a los 25 años): el arma más hermosa del Kremlin
La fama mundial le llegó a Zbárskaya en los años 60 en París. La llamaban “el arma más hermosa del Kremlin”, y más tarde “la Sophia Loren soviética”.
Comenzó a dedicarse a esta profesión por casualidad. En una fiesta estudiantil conoció a la diseñadora de moda Vera Aralova y esta propuso a Regina participar como modelo en sus desfiles.
La reina de la pasarela soviética tuvo un final trágico, en el año 1987, a la edad de 52 años, se suicidó con una sobredosis de somníferos.
2. Leokadia Mirónova (1940, momento cumbre de su carrera a los 22-24 años): la Audrey Hepburn soviética
Leokadia también llegó a la Casa de las Modelos por casualidad: fue para acompañar a una amiga en 1962. Allí la vio el joven diseñador Viacheslav Záitsev que le ofreció trabajo inmediatamente.
La primera vez que la joven abandonó Moscú comenzó su tragedia personal. En Letonia conoció a un fotógrafo llamado Antanas que se convirtió en su único amor. Pero los amantes no podían estar juntos, ya que él formaba parte de una organización nacionalista y un romance con una joven rusa podía perjudicarle. A pesar de los numerosos pretendientes masculinos, Leokadia Mirónova no llegó a casarse y no tiene hijos. Actualmente vive sola y rara vez participa en desfiles y sesiones de fotos.
3. Galina Milóvskaya (momento cumbre de su carrera en los años 70): la Twiggy rusa
Galina Milóvskaya fue la modelo más controvertida y exitosa de la URSS.
Estudiante de una escuela de teatro, encarnó la imagen de la “Twiggy rusa” que buscaban desesperadamente los diseñadores de la URSS. Su potencial fue descubierto por la diseñadora Irina Krutikova y tras el Desfile de Moda Internacional de Moscú las agencias occidentales también echaron el ojo a la joven Galina. La revista Vogue pasó dos años intentando conseguir una sesión de fotos con ella. Esta sesión acabó en un auténtico escándalo: en una de las fotos Milóvskaya aparece sentada sobre un adoquín de la plaza Roja, con las piernas abiertas y de espaldas al mausoleo de Lenin y a los retratos de los líderes soviéticos. En aquella época esto se consideró una ofensa y el gobierno prohibió a las modelos colaborar con revistas extranjeras durante muchos años.
Su emigración a Francia en 1974 fue una tragedia para ella, aunque la vida en el extranjero le fue bien. Como en la URSS, trabajó como modelo, aunque después de casarse con el banquero Jean-Paul Dessertine dejó la carrera y estudió dirección de cine en la Sorbona. Como directora, destacó por su documental “Esa locura de los rusos”, sobre los artistas de la vanguardia que emigraron de la URSS en los años 70.
4. Elena Metiólkina (1953, momento cumbre de su carrera a los 26 años): la extraterrestre Niina
Elena Metiólkina fue una estrella del cine y la pasarela de la URSS en los años 70. Al finalizar los estudios trabajaba como bibliotecaria. Más tarde se convirtió en modelo para los grandes almacenes GUM y participó en algunas sesiones de fotos para revistas. Fue en una revista donde la vio el director Richard Víktorov, que estaba rodando la película “Per Aspera Ad Astra” y buscaba a una actriz para el papel de la extraterrestre Niina. Elena le pareció ideal para el papel. No tenía formación como actriz, pero sí la apariencia exacta que buscaba el director. En los años 90 comenzó a trabajar como secretaria del empresario Iván Kivelidi. Al poco tiempo Kivelidi murió envenenado y la propia Elena se salvó de milagro. Aquello le impactó tanto que se refugió en la religión, comenzó a trabajar en un centro de enseñanza de lenguas extranjeras de Moscú y actualmente canta en un coro religioso.