Cómo no morir aplastado por las pesadas puertas de entrada del metro de Moscú
“Mi dedo acabó atascado donde la puerta se une al marco”, cuenta Nastia, una estudiante, a la emisora moscovita “Vesti”. “Cuando me di la vuelta, comprendí que la mitad de mi dedo yacía en el suelo, con el hueso asomando y la carne rota. Resulta que Nastia sólo había intentado sujetar la pesada puerta. Ésta no le hizo caso y siguió su trayectoria proyectada. “A veces [la gente] presenta demandas contra las propias puertas", escribe Vesti.
Unos años después de aquel incidente, una de estas enormes puertas se desplomó sobre una mujer. Afortunadamente, sólo sufrió contusiones leves.
Por supuesto, no todos los días estas puertas se portan mal cortando los dedos de la gente o soltándose de las bisagras. Pero el caso es que los moscovitas luchan contra ellas día tras día. La mayoría de los adultos no pueden pasar por una puerta de metro sin esfuerzo, y mucho menos un niño. Lo peor es que, cuando acabas de empujarla, se vuelve contra tu cara, como buscando venganza.
¿Por qué el metro tiene puertas tan ‘mortíferas’?
En su mayoría, sólo se encuentran en las estaciones más antiguas. Fueron las primeras que se instalaron y se construyeron con especial cuidado.
“Desde el primer día de su existencia hasta finales de los años 50, el metro fue una construcción fastuosa y monumental. La escala era heroica y, en consecuencia, las puertas eran enormes”, explica Nikolái Shumakov, arquitecto jefe de Metrogiprotrans. “Así es como se plasmaron en el papel: altas, cuerpo de roble, muchos detalles y patrones elaborados”.
No había normas tempranas que rigieran el peso de las puertas. “La tarea consistía en construir el tipo de vestíbulos que nunca se ha visto en ningún metro del mundo”, escribió en sus memorias Lazar Kaganovich, el responsable de la construcción durante la época de Stalin. Ningún otro objetivo era más importante.
Todas las piezas de madera procedían de las mejores maderas: nogal y roble. “Sólo las puertas de roble sumaban 400 unidades, casi todas con diseños diferentes”, recordaría Kaganovich. Una sola puerta pesaba 110 kg.
Pero todo ese peso parecía justificado en aquella época. Las puertas se colocaban sobre las llamadas “bisagras americanas”, que se abrían en ambos sentidos. Pero eso también significaba que la puerta tenía que ser maciza, o simplemente saltaría por los aires en cuanto soplara una fuerte ráfaga de viento o la corriente procedente de los sistemas de ventilación del metro.
No se puede destruir un clásico
Las pesadas puertas de madera sirven para mucho. Se pueden ver puertas similares en las entradas de varias universidades rusas, teatros, edificios gubernamentales, etcétera. Pero cuando el afán por lo monumental empezó a remitir un poco, aparecieron las puertas de cristal y metal. Se consideraban mejores y más cómodas. En 2007 aparecieron las puertas de acero inoxidable, que pesaban sólo 60 kg.
Sin embargo, las puertas de madera nunca desaparecieron. Hoy son patrimonio nacional, por lo que seguirán adornando eternamente las entradas de algunas estaciones de metro.
En el siglo que llevan existiendo, los moscovitas han desarrollado un sinfín de maniobras para evitar que ocurran tragedias al intentar asaltar la entrada. Pero, la mayoría de las veces, se limitan a aguantar la puerta al siguiente. Este tipo de cortesía se ha convertido en una forma codependiente de evitar lesiones.
“No les había prestado mucha atención en el pasado, pero una vez estaba buscando mi tarjeta y no tuve tiempo de sujetar la puerta. A juzgar por la velocidad, habría perdido algo más que los dientes. Pero alguien estaba allí en el último momento para sujetar la puerta. Siempre lo recuerdo, y hago lo mismo”, dice la usuaria de medio social Thewalkmary.
Sin embargo, no todo el mundo consigue defenderse de estos “elementos clásicos”. “Yo no sujeto la puerta a los demás, no tengo fuerzas, me retuerce el brazo”, escribe JuliaBr. La oficina de prensa del metro de Moscú, por su parte, subraya que “el metro es un medio de transporte de alto riesgo” y que hay que “tener especial cuidado al utilizarlo”. Un portavoz añade que “las estadísticas muestran que cada lesión recibida en el metro es culpa de un pasajero que no respeta las normas de seguridad”.
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