Fútbol callejero: el deporte más puro que todo niño ruso conoce
Andréi entra en el campo de fútbol del patio trasero de su edificio de viviendas y siente nostalgia. "Recuerdo cómo pasábamos aquí todo nuestro tiempo libre después del colegio, a veces incluso nos saltábamos las clases".
El campo se llama korobka (caja de cartón) porque está rodeado de pequeñas tablas de cartón, madera o plástico de 1,2 metros de altura, y a veces cubierto por vallas metálicas. Las korobka se encuentran en todos los patios de las ciudades rusas. Hace quince años estaban cubiertas de asfalto, con adoquines por todas partes y las porterías torcidas o totalmente inexistentes.
Andréi es un aficionado al fútbol de 32 años que ve todos los partidos que emite la televisión local, especialmente la Liga española. Como seguidor de toda la vida del Spartak de Moscú, juega al fútbol todas las semanas con sus amigos.
Andréi recuerda con cariño aquellos tiempos en los que él y sus amigos jugaban con un balón barato y de mala calidad: "era pesado, estaba mal cosido y se sujetaba con pegamento barato". Para marcar a los equipos tenías que quitarte la camiseta o ponerte una del mismo color.
Al final, los que perdían se ponían de cara a la portería y el equipo ganador intentaba darles en el culo con el balón; humillante, pero motivador al mismo tiempo.
Hay algunas versiones del fútbol tradicional que los chicos juegan en los patios rusos: Internacionalmente reconocido "cuatro cuadrados"; el juego de un gol "tres plátanos" (o "cruz"), en el que sólo se aceptan goles de segundo toque; y "la cabra", en el que todos lanzan el balón a cualquier pared del edificio, y el que no acierta recibe una letra "c" y así sucesivamente hasta convertirse en la "cabra".
"Jugar después de que lloviera era una diversión adicional. Todo estaba sucio: el suelo, la pelota, las paredes y, por supuesto, uno mismo. A las madres no les gustaba que estuviéramos en la korobka hasta altas horas de la noche. Cuando volvíamos a casa sucios, ¡era un espectáculo!", recuerda Andréi.
Una obsesión futbolística moderna
Andréi y sus compañeros llevan jugando al fútbol desde sus primeros años de escuela. Hoy, aunque son profesionales de oficina, él y sus amigos siguen reuniéndose una vez a la semana para jugar, y en caso de mal tiempo cambian al videojuego FIFA. Si la korobka está ocupada, siempre se puede pedir unirse al juego.
"Bajo el mandato del alcalde de Moscú, Sobianin, todas las korobki han sido reformadas, cubiertas con un bonito césped artificial o grava, rodeadas de una valla alta, con luces y, a veces, con una zona para cambiarse", comenta Andréi, mientras hace un breve estiramiento antes del partido. "Cuando miro por mi ventana al patio, siempre hay alguien jugando. Parece que ahora hay incluso más niños y adultos jugando".
Antón, de 34 años, ejecutivo de una gran empresa, alquila salas comerciales para jugar al fútbol con sus amigos. Lo considera un buen sustituto del gimnasio. "Llevamos unos diez años alquilando pabellones o campos cerrados con vestuarios, y normalmente no había problemas, uno se pasaba por allí. En los dos últimos años, sin embargo, tenemos que reservar el campo con antelación; ahora juega demasiada gente."
Moscú contra las regiones
El entusiasmo de Antón y Andréi por la popularidad percibida del fútbol en Rusia no es compartido por Dmitri Yefrémov, responsable de la Liga de Fútbol Callejero de Moscú. Asegura que se han reducido los equipos.
Las razones de tal descenso son muchas. Según Dmitri, antes los niños no tenían muchas más opciones después del colegio que ir a jugar al fútbol. Hoy, sin embargo, hay muchas otras actividades y formas de entretenimiento, como Internet y los juegos de ordenador. Los adolescentes tienen más oportunidades para desarrollarse, así como aficiones. Y cuando un chico no empieza a jugar al fútbol en sus primeros años, es poco probable que lo haga a los 20, añade Dmitri.
"2008-2012 fue una época de auge para el fútbol moscovita, cuando empezaron a aparecer campos con caucho y césped artificial. En la URSS, sin embargo, el fútbol era sin duda mucho más popular que hoy, y no creo que Rusia vuelva a ser un país tan futbolero como la URSS", afirma Dmitri.
En algunas regiones la situación es mejor, porque los campos bonitos empezaron a aparecer hace poco.
"En mi infancia, la estrategia era que 'el chico más gordo juega de portero', lo que significaba que los que jugaban mal, jugaban de defensa. Hoy, si un chico juega mal, se meten con él y lo ridiculizan. Después de semejante abuso, lo más probable es que deje el fútbol", afirma Dmitri.
Además, Dmitri señala que la generación de chicos de entre 17 y 23 años (la edad media de los jugadores de su liga) que utiliza Instagram tiende a pensar más en uniformes bonitos y elegantes y zapatos caros, así como en fotos y vídeos de ellos jugando. A veces ni siquiera juegan, y se limitan a calentar junto al campo y luego publican selfies en las redes sociales.
La atención del público es muy importante para estos jóvenes futbolistas, y cuando sólo hay entre 10 y 15 espectadores en la korobka, hay poca motivación para marcar un gol espectacular y celebrarlo con los aficionados.
La posición favorita de Andréi es la de portero. Aunque no es muy ágil, no le importa esta importante responsabilidad. Cuando alguien de su equipo está cansado, él ocupa su puesto. "Lo mejor no es convertirse en una estrella y marcar goles, sino dar pases", dice después de marcar. Mientras tanto, los chicos que están junto a la korobka y esperan su turno para jugar, empiezan a aplaudir.
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