5 datos sobre el principal poeta de vanguardia ruso y ‘Presidente del globo terráqueo’
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Esa amplitud, universalidad y ambigüedad del talento de Velimir Jlébnikov estuvieron presentes desde sus primeros años. Se apasionaba seriamente por la observación de aves y las matemáticas, por las ciencias naturales y la poesía; soñaba con el futuro y estudiaba la etimología de las palabras; trataba de deducir las leyes del universo y, al mismo tiempo, se distraía con los pequeños detalles de la vida. Quizás por eso se le considera una de las figuras más importantes de la vanguardia mundial, aunque su legado aún no se comprende ni se ha estudiado por completo.
Estos son los cinco hechos más interesantes sobre él, que revelan su personalidad fuera de lo común.
1. Su verdadero nombre no era Velimir
Velimir Jlébnikov con sus padres y hermana, 1901.
Al nacer, el futuro vanguardista recibió el nombre de Víktor Vladímirovich Jlébnikov. El seudónimo “Velimir” lo adoptó más tarde. Significa “Gran mundo” o “Señor del mundo”. Ese nombre reflejaba plenamente la magnitud de sus aspiraciones cósmicas y utópicas. Sus ideas se expresaron con mayor plenitud en la “supranovela” Zanguezi: un poeta-profeta gobierna el mundo basándose en una visión mística sustentada en cálculos matemáticos, y su capacidad de crear palabras le permite describir y recrear el universo desde cero.
2. Jlébnikov, el ornitólogo
El interés de Jlébnikov por las aves no fue casual: su padre, Vladímir Alexéievich, era ornitólogo. En 1902, Jlébnikov asistió a cursos de ornitología, y entre 1904 y 1907 participó en expediciones científicas, llegando incluso a publicar un artículo sobre el descubrimiento de una nueva especie de cuco, lo que le valió ser miembro colaborador de la Sociedad de Naturalistas. Sin embargo, después de 1906 abandonó la ciencia para dedicarse por completo a la poesía. Aun así, su experiencia como ornitólogo dejó una huella única en su obra. En Zanguezi, elevó el “lenguaje de los pájaros” al rango de uno de los idiomas independientes del mundo, usando onomatopeyas como “Kri-ti-ti-ti-tí-i”, imposibles de traducir al habla humana, con lo que materializaba la idea futurista de ir más allá del “lenguaje cotidiano”
3. Jlébnikov, el matemático
Velimir Jlébnikov (1885-1922), poeta y prosista ruso, una de las figuras más importantes de la vanguardia rusa.
En otoño de 1903 ingresó en el departamento de matemáticas de la Universidad de Kazán, y durante toda su vida mantuvo el deseo de describir el mundo a través de los números. Esto derivó en una de las facetas más sorprendentes de su obra: la búsqueda de las “leyes del tiempo”. Analizando acontecimientos históricos, intentaba deducir fórmulas matemáticas que predijeran su repetición, y supuestamente logró calcular las fechas de la Primera Guerra Mundial, la Revolución de 1917 e incluso su propia muerte. Estos cálculos, inspirados por su deseo de encontrar un “sentido a las muertes” tras la tragedia de Tsushima en 1905, los registró en sus Tablas del destino, donde exponía los fundamentos matemáticos de los ciclos históricos.
4. Fue el ‘Presidente del Globo Terráqueo’
Tumba de Velimir Jlébnikov.
Una de las utopías más grandiosas de Jlébnikov fue la creación de la “Sociedad de los Presidentes del Globo Terráqueo”, también conocida como la “Unión 317”, fundada en Moscú en diciembre de 1915. En ese momento, Jlébnikov trabajaba en sus “leyes del tiempo” y en el estudio de las regularidades numéricas. Según su idea, 317 creadores elegidos debían gobernar el ideal “Estado del tiempo”. Consideraba ese número una constante mágica de la historia, vinculada a la velocidad de la luz y a ciertos acontecimientos clave (por ejemplo, en la vida de Pushkin). Entre los miembros de la sociedad estaban los poetas Viacheslav Ivanov, David Burliuk y Mijaíl Kuzmín, entre otros. En 1920, Yesenin y Mariénhof proclamaron públicamente a Jlébnikov “Presidente”, y tras su muerte, su amigo Piotr Mitúrich escribió en su tumba la inscripción “Presidente del Globo Terráqueo”, convirtiendo el título poético en su epitafio.
5. Predijo la invención de Internet
Mijaíl Lariónov. Retrato de Velimir Jlébnikov.
En 1921, Jlébnikov escribió La radio del futuro, un texto que recuerda sorprendentemente al concepto moderno de Internet: “La radio del futuro, el principal árbol de la conciencia, revelará el conocimiento de infinitas tareas y unirá a la humanidad”; “Imaginemos la estación principal de la Radio: en el aire, una telaraña de caminos, una nube de relámpagos que se apagan y se encienden, trasladándose de un extremo del edificio al otro”; “En los enormes libros de sombra de los pueblos, la Radio imprimió hoy el relato del escritor favorito, un artículo sobre los grados fraccionarios del espacio, descripciones de vuelos y noticias de los países vecinos. Cada uno lee lo que le place. Este libro, el mismo para todo el país, se encuentra en cada aldea, rodeado siempre de lectores: una biblioteca silenciosa, perfectamente ordenada, en los pueblos”.