
Un nuevo libro cuenta la historia de los soldados escritores de la División Azul en Rusia

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En su reciente libro La División Azul desde la Hoja de Campaña (Arzalia), el historiador Javier Fernández recoge el testimonio único de estos soldados-escritores, que con pluma en mano buscaban dar sentido heroico y cultural a su aventura bélica. Para ellos, no se trataba solo de combatir al comunismo, sino de prolongar la gesta imperial española, reivindicando la figura de Cervantes como capitán de cultura y espada, y comparándose a menudo con los míticos Tercios de Flandes.

Fundada el 26 de junio de 1941, la División Azul fue encuadrada en el ejército alemán como la 250ª División de Infantería. Participó en operaciones como el cerco de Leningrado y la batalla del Vóljov, donde sufrió sus primeras bajas. Fue entonces cuando apareció el primer número de Hoja de Campaña, cuyo objetivo era doble: adoctrinar y elevar la moral de los soldados. En sus páginas escribieron desde simples voluntarios hasta futuros nombres ilustres como Camilo José Cela o Álvaro de Laiglesia.
A través de secciones como Recuerdos históricos, Estampas españolas o Cartas a Juan Soldado, los redactores mezclaban cultura, épica, humor y propaganda. Se cantaban las gestas del Cid, de Don Juan de Austria o del Gran Capitán, y se exaltaba el alma eterna del soldado español. No faltaban artículos sobre flamenco, copla o tauromaquia. Todo servía para vincular el presente bélico con un glorioso pasado imperial.

Uno de los sellos distintivos del semanario fue la participación directa de los soldados: relatos, poemas o cuentos populares como Trenes y amor o La chabola quemada daban voz a la experiencia humana del frente, muchas veces más veraz que las memorias escritas décadas después.
Pero el idealismo se desinfló. A medida que avanzaba la guerra y se enfriaban las relaciones entre Franco y Hitler, la División Azul fue retirada en 1943. Solo un pequeño contingente, la Legión Azul, permaneció en el frente. Hoja de Campaña siguió publicándose hasta marzo de 1944, cerrando así una de las aventuras culturales más singulares de la historia militar española.
De los 47.000 voluntarios que marcharon a Rusia, regresaron 42.000... 5.000 murieron y quinientos fueron capturados por el Ejército Rojo. Solo 226 volverían años después, en 1954, a bordo del buque Semiramis. Lo que queda hoy es su legado en tinta: un esfuerzo por narrar una guerra desde dentro, envuelto en coplas, viejas glorias y el eco de los Tercios.
