10 estos son los PRINCIPALES cuadros del pintor ruso Filipp Maliavin (FOTOS)

La vida de Philipp Maliavin es similar a sus cuadros: igual de brillante y colorida. Nació en 1869 en el seno de una familia pobre de la provincia de Orenburgo. Empezó a dibujar muy pronto: a los cuatro años ya hacía ilustraciones con carboncillo literalmente sobre cualquier cosa. A medida que crecía, empezó a ahorrar dinero para comprar papel y lápices. Y se alegró cuando consiguió fucsina, un colorante púrpura. A los ocho años recibió su primer encargo: una aldeana le pidió que pintara un retrato de su hijo para enviárselo a su marido, que luchaba en la guerra ruso-turca. La tarifa fue de 10 kopeks.

Luego, un encuentro con el pintor de iconos Prokl en 1885 cambió su vida: viajó con él al Monte Athos para convertirse en aprendiz en un taller de pintura de iconos. Allí pasó seis años. Su trabajo llamó la atención de Vladímir Beklemishev, escultor de la Academia Imperial de las Artes, que quedó tan impresionado que convenció al joven artista para que abandonara el Monte Athos y estudiara en San Petersburgo.

‘Retrato del artista Ígor Grabar’, 1895

Maliavin estudió en el taller de Iliá Repin. En aquella época, realizaba retratos de sus compañeros. «Maliavin me pidió que le prestara un bastidor y, en una sesión, realizó un retrato que causó sensación en la Academia. El retrato se terminó en una sola sesión y asombró tanto a todo el mundo que, al día siguiente, todos los profesores vinieron corriendo a verlo; también vino Repin, que llevaba mucho tiempo admirando la fuerza de la escultura y la vitalidad del retrato», recuerda Ígor Grabar.

‘Campesina tejiendo una media’, 1895

Al mismo tiempo, el artista recurrió a imágenes que le resultaban cercanas y comprensibles: la vida y la cotidianidad de los campesinos. Entre las primeras obras con una brillante combinación de colores se encuentra el cuadro Campesina tejiendo una media. En él, Maliavin representa a su paisana y tocaya Praskovia Maliavina. El cuadro se presentó en el salón de la Sociedad de Aficionados a las Artes de Moscú, donde fue adquirido por el filántropo Pável Tretiakov para su colección.

‘Risa’, 1899

Maliavin estudió rápidamente: completó el curso de la academia en sólo dos años. Su trabajo de graduación Risa no fue aceptado por el consejo de profesores de la Academia, que lo consideraron sin sentido: ¡sólo manchas de color! Repin, defendiendo a su alumno, señaló: “Este talento indomable y brillante cegó por completo a nuestros académicos”. Pero fue gracias Risa que el público europeo conoció a Maliavin. En la Exposición Universal de París de 1900, recibió una medalla de oro. Un año después, Risa se presentó en la Bienal de Venecia. El cuadro no regresó a Rusia: Italia compró el lienzo para la Galería Internacional de Arte Moderno.

‘Torbellino’, 1906

En 1900 se instaló con su familia en una finca de la provincia de Riazán: allí montó un taller. En 1906, en la exposición de la Unión de Artistas Rusos, Maliavin presentó su obra Torbellino. Los periódicos la calificaron de «himno a la amplitud de la naturaleza rusa, a su audacia y alcance». Y lo admitían: ante el fondo de Torbellino, los demás cuadros se desvanecían. Y el encantado Repin vio en la obra de su alumno no sólo alegría, sino también ansiedad, y la calificó de “símbolo de la vida” en 1905-1906. “Aquí está: informe, ensordecedor, sonando como campanas y trompetas, una orgía de colores <...> Incluso desde lejos, todo el cuadro parece una colosal inundación sangrienta...”. El cuadro fue adquirido por el Consejo de la Galería Tretiakov inmediatamente después de la exposición.

‘Autorretrato con esposa e hija’, 1910

Ese mismo año, Filipp Maliavin fue elegido académico, tras lo cual marchó al extranjero y regresó a Rusia sólo tres años después. En 1911, en la exposición Unión de Artistas Rusos, Maliavin presentó un autorretrato con su mujer y su hija, pintado en estilo modernista. Los críticos no aceptaron la obra y, durante mucho tiempo, no mostró sus cuadros en exposiciones, prefiriendo permanecer en su finca.

‘Mujer (chal verde)’, 1914

Tras la Revolución Bolchevique de 1917, la finca de Maliavin fue nacionalizada. Se trasladó a Riazán, donde enseñó durante un breve periodo en los Talleres Libres de Arte y en el Estudio de Arte Garrison. Después se trasladó a Moscú, donde se llevó casi todas sus obras, excepto las que fueron robadas de la finca en la primavera de 1918. Incluido este cuadro con campesinas bailando.

‘Retrato de Vladímir Lenin’, principios de la década de 1920

En 1920, Maliavin fue enviado al Kremlin de Moscú: había ganado el concurso del Comisariado del Pueblo para la Educación con motivo del aniversario de la Revolución de Octubre. Allí hizo bocetos de Lenin, Trotski y otros líderes del joven gobierno soviético. Uno de los dibujos fue adquirido más tarde por Pablo Picasso, que admiró la habilidad del artista, afirmando que el retrato de Maliavin representa a “un Lenin vivo y genuino”.

‘Retrato de la bailarina Alexandra Balashova,’ 1923

En 1922, el artista abandonó Rusia para siempre. Se instaló en París y después en Niza. Maliavin pintaba retratos por encargo. Sus exposiciones tuvieron lugar en la galería Charpentier de París y en el pabellón de exposiciones Myslbek de Praga.

‘Retrato de Nadezhda Plevítskaya’, 1924

En París, Maliavin pintó un retrato de la intérprete de canciones populares y romances rusos Nadezhda Plevítskaya. Nicolás II la llamaba el ruiseñor de Kursk. Tras abandonar Rusia, Plevítskaya no dejó de actuar.

‘En trineo’, 1933

En el exilio, Maliavin se dedicó a los paisajes y creó una serie de obras nostálgicas con una troika cabalgando por campos nevados hacia un pueblo visible en la distancia.

La Segunda Guerra Mundial le llevó a Bélgica, ocupada por Alemania. Maliavin fue detenido, sospechoso de ser espía. No pudo explicarse bien, ya que no sabía francés. Fue liberado por casualidad: el jefe de la Gestapo resultó ser un entendido en arte. El artista regresó a Francia a pie. Todo esto minó la salud del artista de 70 años. El 23 de diciembre de 1940, Filipp Maliavin falleció.