¿Cuál fue la primera película en color del cine soviético? (FOTOS)
El acorazado Potemkin, rodada en 1925, fue la primera película con algo que no era sólo en tonos blanco y negro. Presentaba una bandera de color rojo brillante que el director Serguéi Eisenstein pintó personalmente con un pincel sobre la propia película. El primer largometraje soviético a todo color se estrenó en las pantallas soviéticas sólo 11 años después. Se trataba de El ruiseñor (o Grunia Kornakova), de Nikolái Ekk, una película sobre una revuelta obrera en la Rusia prerrevolucionaria.
Resistir usando platos
Nikolái Ekk fue alumno de Vsevolod Meyerhold, innovador dramaturgo soviético, pero, más tarde, cambió el escenario teatral por un plató cinematográfico. Tras dirigir Camino a la vida en 1931 (la primera película soviética sonora), fue tomado en serio y apodado el principal experimentador cinematográfico (ya hablamos aquí en detalle de cómo esta película tuvo que ser mostrada a Stalin por la noche para eludir la censura). Cinco años más tarde, Ekk volvió a ser pionero al estrenar la primera película en color. Su estreno tuvo lugar el 11 de junio de 1936 en Judózhestveni, el principal cine de Moscú.
Según el argumento, tras un incendio provocado en una de las tiendas de la fábrica de porcelana, el padre de Grunia Kornakova, una de las trabajadoras de la fábrica, muere en el incendio. Grunia se entera de que el incendio fue provocado a propósito por el dueño de la fábrica, que planeaba culpar de todo a los trabajadores y recibir de ellos una cuantiosa indemnización. La chica levanta a los obreros para desatar una lucha revolucionaria... En una de las escenas, las obreras bañan literalmente a los policías con platos de loza, haciendo caso omiso de sus disparos (¡hubo que romper cerca de un millar y medio de platos durante el rodaje de esta escena!).
Para el rodaje de esta película se encontró una auténtica fábrica de porcelana, en el pueblo de Kuznetsovo, en la región de Tver. El papel de la chica de la fábrica, Grunia, fue interpretado por Valentina Ivashova, esposa del director; mientras que los trabajadores fueron interpretados por trabajadores reales de la fábrica.
Director maldito
En aquella época, rodar en color requería mucho tiempo. Para aprender a usar la tecnología, antes de rodar su El ruiseñor, Nikolái Ekk llegó a rodar un cortometraje titulado Carnaval de colores, en el que experimentaba con el color en pantalla.
El destino posterior del innovador director fue bastante trágico. Después de El ruiseñor, en 1939, consiguió producir otra película en color y cayó en desgracia. Su maestro, el director Vsevolod Meyerhold, fue tachado de “enemigo del pueblo”, pero Nikolái Ekk se negó a declarar contra él. Por ello, Ekk fue suspendido de su trabajo como director. Aunque, oficialmente, el motivo fue otro: por fallar en el plan de una película sobre la resistencia checoslovaca, “dejadez” y “bajo nivel ideológico del material producido”.
Su regreso al cine se produjo en la época del “deshielo”, tras la muerte de Stalin. Pero, aparte de las obras de ensayo, Ekk ya no dirigió nada; en su lugar, puso en escena representaciones teatrales. A pesar de todo, inscribió su nombre en la historia del cine soviético como un innovador por partida doble: el hombre que rodó tanto la primera película soviética con sonido como la primera película soviética en color.
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