Un día como hoy, hace 325 años, se libró la batalla de Narva
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En septiembre de 1700, las tropas rusas sitiaron la principal ciudad de la Ingria sueca: Narva. En noviembre, en ayuda de los sitiados llegó el propio Carlos XII.
Las fuerzas rusas, al mando del duque Carlos-Eugenio de Croy, triplicaban a las suecas: más de treinta mil contra diez mil. Sin embargo, el resultado del enfrentamiento lo decidieron el talento militar de Carlos XII y la rapidez y coordinación de sus soldados.
El 30 de noviembre, el rey aprovechó una fuerte ventisca y la excesiva extensión de la línea rusa para romperla en tres puntos a la vez. El centro del ejército quedó aislado de los flancos, el mando perdió el control y los soldados inexpertos vacilaron.
El pánico que se apoderó de las tropas rusas se convirtió en odio hacia sus propios comandantes extranjeros. Temiendo represalias, De Croy y varios oficiales se rindieron. Unidades del ejército ruso comenzaron a huir una tras otra. Bajo el peso de los fugitivos incluso se derrumbó el puente sobre el río Narva.
Solo no retrocedieron los regimientos Preobrazhenski, Semiónovski y Lefórtovski, recién formados según el modelo de Europa Occidental. Construyendo un wagenburg (fortificación con carros), rechazaron los ataques hasta el anochecer.
Al día siguiente se celebraron negociaciones, y al ejército ruso se le permitió retirarse con las armas, pero sin bagajes ni artillería. Sus pérdidas se estiman en siete mil hombres, frente a unas dos mil bajas suecas.
Carlos XII decidió que los rusos estaban acabados y dirigió su atención a otros enemigos. Pedro, en cambio, consideró la derrota como una amarga pero importante lección. Redobló sus esfuerzos para crear un nuevo ejército —el mismo que vencería en Poltava en 1709 y llevaría a Rusia al triunfo en la Guerra del Norte.