Así cambió las leyes de la naturaleza el científico ruso Iván Michurin
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“No podemos esperar favores de la naturaleza. Quitárselos es nuestra tarea”. Todo ruso conoce esta frase, pero pocos saben quién la dijo por primera vez. Y no, no es una metáfora. Su significado es literal, porque su autor, el célebre criador de plantas ruso y soviético Iván Michurin (1855-1935), literalmente cambió la naturaleza de las plantas con sus propias manos.
Desde los cinco años, Michurin fue criado solo por su padre. Como sus antepasados, era un apasionado de la jardinería y transmitió a su hijo el amor por la naturaleza y el cultivo de plantas. El niño también mostró interés por las ciencias naturales: a los ocho años ya dominaba varias técnicas de injerto de árboles, ayudaba a su padre en el colmenar y en los jardines florales, y dedicaba todo su tiempo libre a leer sobre biología.
Tras graduarse de la escuela distrital, sus planes de ingresar en un liceo de la capital se frustraron debido a la bancarrota familiar y a la venta de la finca para saldar deudas. En su lugar, Michurin fue inscrito en el gimnasio de Riazán, pero pronto fue expulsado por falta de respeto hacia la administración. Luego trabajó como oficinista en la estación de tren, ascendiendo rápidamente a asistente del jefe de estación, mientras estudiaba telegrafía y electricidad en su tiempo libre.
En 1875, a pesar de sus modestos ingresos, alquiló una finca y fundó su primer vivero de selección de plantas. Mientras trabajaba en el ferrocarril, invertía todo su salario en la compra de semillas, plántulas y libros, y su esposa lo apoyaba en todo momento.
Su perseverancia dio resultados notables: desarrolló variedades de manzanas, peras y ciruelas resistentes al invierno, y fue también el primero en cultivar cerezas, almendros, uvas y otros cultivos en la zona de clima templado. Para comprender la magnitud del trabajo de este científico autodidacta, basta decir que amplió enormemente la diversidad de los huertos rusos: las manzanas y peras se hicieron más grandes y variadas para el clima templado, y se sumaron árboles frutales típicamente sureños, antes impensables en esa zona. Además, sentó las bases de la moderna ciencia de la mejora vegetal, y sus métodos siguen siendo utilizados por criadores de plantas en todo el mundo hasta el día de hoy.
La fama de Michurin se extendió más allá de Rusia. Recibió ofertas de trabajo en el extranjero, incluida una invitación oficial de los Estados Unidos en 1913, que rechazó.
Tras la Revolución Bolchevique de 1917, su trabajo recibió el apoyo del gobierno soviético, y Vladimir Lenin lo tenía en alta estima. Michurin se convirtió en uno de los criadores de plantas más célebres del país, recibió las más altas condecoraciones estatales y se establecieron institutos de investigación en torno a su vivero. Aunque no tenía educación formal, se le otorgó el título de Doctor en Ciencias Biológicas y fue nombrado miembro honorario de la Academia de Ciencias de la URSS.
Para conmemorar el 170.º aniversario del nacimiento de I. V. Michurin, el Museo Darwin organiza la exposición Jardineros y horticultura, que presenta obras del artista Viktor Yevstafiev, libros raros del siglo XIX sobre jardinería y materiales de archivo sobre la vida y los logros del renombrado científico. La exposición estará abierta hasta el 14 de diciembre de 2025.