El ingeniero que imaginó una “ciudad aérea” para el futuro comunista (Fotos)
En 1928, un graduado del Instituto Superior de Arte y Técnica de San Petersburgo se preparaba para defender su trabajo de fin de grado. Su presentación se convirtió en el primer paso teórico hacia la migración humana en la órbita terrestre.
Gueorgui Krútikov comenzó su labor científica con una idea sencilla: cada tipo de sociedad debe tener un diseño único de ciudades. Por ejemplo, las sociedades feudales tienden a construir sus ciudades en torno a fortalezas y a disponerlas de forma circular, mientras que las sociedades capitalistas tienden a disponer las calles de las ciudades de forma rectangular.
Krútikov sostenía que la nueva sociedad comunista merecía tener su propia disposición urbana. En su tesis ofrecía su visión de una ciudad volante diseñada para convertirse en la corriente principal de la URSS del futuro. Su trabajo causó un gran revuelo en la época.
El arquitecto proponía desalojar la tierra, dejando sólo las fábricas y otras instalaciones de producción en la superficie, y reubicar permanentemente a los seres humanos en ciudades comunales que flotaran en el aire.
La imagen de arriba muestra la visión general que Krútikov tenía de la nueva ciudad. Los edificios habitables de gran altura se sitúan en círculo sobre una plataforma en forma de anillo en la que, según el plan del arquitecto, debían ubicarse los cuartos de servicio y las instalaciones técnicas.
El arquitecto propuso utilizar pequeñas cabinas voladoras autosuficientes -algo parecido a los vehículos voladores que aparecen en la superproducción de Universal Pictures "Oblivion" (2013)- para transportar a los seres humanos desde la superficie de la tierra a la ciudad voladora y viceversa.
Sin embargo, a diferencia de la popular película, las cabinas voladoras de Krútikov se diseñaron para ser utilizadas también como viviendas de corta duración, una parte autónoma de edificios fijos más grandes.
Las cabinas tenían una forma aerodinámica. Se suponía que estarían llenas de muebles transformables que cambiarían según las circunstancias y necesidades del piloto. Las cabinas también podrían acoplarse a la vivienda principal, según el plan de Krútikov.
Además de la arquitectura, a Krútikov le fascinaban los zepelines. Creía que, en un futuro inmediato, los científicos descubrirían o inventarían nuevas formas de energía, haciendo realidad la "ciudad voladora".
Creía que la puesta en práctica de su plan futurista era una cuestión cercana en el tiempo.
Los defensores de la obra de Krútikov consideraban el proyecto un paso importante en la vanguardia arquitectónica. Sin embargo, los opositores lo criticaron por ser excesivamente fantástico y poco realista.
A pesar de las críticas, Krútikov defendió con éxito su obra ante un tribunal de académicos y recibió un título profesional. Construyó su futura carrera en arquitectura, aunque sus nuevos proyectos eran más realistas que la "ciudad voladora". Por ejemplo, diseñó con éxito edificios administrativos y residenciales en Moscú.
El arquitecto y visionario murió en marzo de 1958. Su idea nunca se hizo realidad.
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