
9 juegos infantiles de patio que se adoraban en la URSS

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1. Cosacos y bandidos

Este juego se conoce desde hace más de 200 años. Originalmente tenía otro nombre, pero su esencia no ha cambiado mucho: se basa en el escondite. Los jugadores (¡cuantos más, mejor!) se dividen en dos equipos: los bandidos, que huyen y se esconden, y los cosacos, que los buscan, persiguen y capturan. Los bandidos dejan pistas verdaderas y falsas, y los cosacos intentan seguirlas. Pueden capturar a los bandidos y hasta “interrogarlos” (es decir, hacerles pruebas físicas) para que revelen su contraseña. Los bandidos pueden resistir o liberar a sus compañeros capturados. Lo más divertido es jugar con mucha gente y en un espacio amplio. En España existe un juego similar, “Policías y Ladrones” o, como se decía el siglo pasado “poliladro”.
2. Cuchillos

Hoy en día, los cuchillos no se consideran juguetes, pero en el siglo XX no era raro que los niños llevaran una navaja: para cortar palos, cuerda o pescar, y también para jugar.
Se necesita una superficie dura y despejada. Se dibuja un círculo dividido en sectores según el número de jugadores. El primero lanza su cuchillo al sector de un “enemigo”. Si se clava, puede cortar parte de ese sector. Si falla, pasa el turno. A veces hay reglas para los lanzamientos: desde el hombro, con giro, desde la cabeza, la nariz, etc. Gana quien conquista todo el círculo.
3. El mar se agita una vez

El jugador que dirige recita una rima:
“El mar se agita una,
el mar se agita dos,
el mar se agita tres,
¡figura de mar, quieta es!”
Tras esas palabras, los jugadores deben congelarse en alguna figura (puede ser marina o no). El director debe adivinar qué representa cada figura. El siguiente director puede ser quien hizo la figura más original, divertida o la que no fue adivinada.
4. Quieto-parado (Jali-joló)

El director se coloca en el centro de un círculo de jugadores y lanza una pelota al aire diciendo el nombre de un participante. Ese jugador debe atrapar la pelota. Los demás huyen en todas direcciones. Si el jugador la atrapa, se convierte en el nuevo director. Grita “¡Quieto!” y todos deben congelarse. El director intenta golpear a alguien con la pelota. Si acierta, ese jugador recibe un punto de penalización. Gana quien acumula menos puntos.
5. ‘Nací jardinero’

Un jugador (el jardinero) asigna a cada participante el nombre de una flor: rosa, peonía, margarita, campanilla...
Luego recita:
“Nací jardinero,
nací jardinero,
me enfadé,
me cansé de todas las flores, excepto…”
…y nombra una flor.
Esa flor debe responder al instante. Sigue este diálogo:
Jugador: ¡Uy!
Jardinero: ¿Qué te pasa?
Jugador: Estoy enamorado.
Jardinero: ¿De quién?
Jugador: De… (nombre de otra flor o del jardinero).
Quien no responda a tiempo, se equivoque o nombre una flor que no está en el juego, debe entregar una prenda. Al final, el jardinero decide cómo recuperar las prendas: recitar un poema, cantar, saltar, etc.
6. El anillo

Uno de los juegos navideños infantiles más antiguos, que con el tiempo perdió su significado mágico original relacionado con la adivinación.
Se elige a un director. Los demás se sientan en fila y colocan sus manos como si fueran un cuenco. El director pasa sus manos por las de todos diciendo: “Llevo, llevo un anillo y a alguien se lo daré”. En secreto, deja un “anillo” (una piedrita, un botón...) en las manos de uno.
Cuando dice: “¡Anillo, anillo, sal al porche!”, el jugador que recibió el objeto debe saltar rápidamente. Los demás intentan impedirlo. Si lo consigue, se convierte en el nuevo director. Si no, continúa el mismo.
7. Goma elástica

A pesar de lo simple del equipo (una goma elástica atada en forma de círculo de unos tres metros), este juego era popular en cualquier patio o recreo escolar, sobre todo entre niñas (aunque algunos niños también jugaban).
Se ataba la goma a dos árboles, sillas o la sostenían dos jugadores. Se establecían seis niveles de dificultad: tobillos, rodillas, caderas, cintura, pecho y cuello. Además, había distintas formas de saltar. Ganaba quien completaba más rápido todos los niveles.
8. ‘Laptá’

Existen versiones de patio y otras más deportivas y complejas. Aquí se describe la simple, que necesita solo tres jugadores.
En el suelo se dibujan dos líneas, a unos 15–20 metros. Una marca la “CIUDAD” y otra la “CASA”. Un jugador, fuera de la ciudad, lanza una pelota de tenis y la golpea con un bate hacia la “casa”. Los jugadores en la “casa” deben atraparla antes de que caiga al suelo. Si lo logran, quien atrapó la pelota cambia de lugar con el bateador. Si no, el bateador repite.
9. Boyaré

Uno de los juegos de patio más antiguos, que mezcla elementos de juegos rurales aún más antiguos. Se necesita al menos seis jugadores, mejor si son más.
Se forman dos equipos iguales que se colocan en filas enfrentadas, tomados de las manos. El juego se estructura como un diálogo cantado entre dos “familias”: una quiere casar a su hija, la otra pone excusas.
Cada equipo canta por turnos una línea, caminando unos pasos hacia el otro y luego retrocediendo los mismos.
Al finalizar la canción, la “novia” corre y trata de romper las manos unidas del otro equipo. Si lo logra, vuelve a su equipo llevándose a un jugador rival. Si no, se une al equipo contrario. El equipo que quede con un solo jugador pierde.