Turbo, así eran las pegatinas de automóviles deseadas por los niños rusos en los años 90
Tras la desintegración de la URSS, el mercado ruso se vio literalmente inundado de productos occidentales. Los brillantes chicles extranjeros con dibujos y pegatinas de colores causaron sensación entre niños y jóvenes. Uno de los más populares era el chicle "Turbo".
"El valor no estaba en el chicle en sí: después de 5 minutos se volvía absolutamente insípido. Pero en su interior había fotos con coches y motos, por los que todos los chicos estudiaban la industria automovilística extranjera. En las calles sólo había Volgas y Zhiguli, pero en los chicles había todo, desde Lamborghini y Bugatti hasta Opel y Toyota", recuerda Artur, que los coleccionaba en los años 90. Incluso inventaron un juego con liners. Se colocaban dos envoltorios uno encima del otro y se golpeaban con la palma de la mano. Si se daban la vuelta (el papel era muy ligero), el jugador se quedaba con los dos. Había cientos de imágenes diferentes en Turbo y mucha gente quería hacerse una colección, así que a veces esos cromos se convertían en una apuesta en otros juegos".
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