Historia del Metropol, el mítico hotel que fue la Casa de los Soviets
El Metropol, con el aspecto que lo conocemos hoy, fue concebido por el industrial y protector de artistas Savva Mámontov. A finales del siglo XIX rescató el hotel y emprendió un proyecto a gran escala con el fin de crear un centro cultural en el que, además del hotel, debía haber un restaurante, un teatro y una galería de arte. Abrió sus puertas en el año 1901.
Los primeros trabajos de construcción se iniciaron con éxito, pero algunos meses más tarde, después de un juicio escandaloso contra Savva Mámontov, acusado de numerosos desfalcos, el proyecto tuvo que modificarse y cambió el diseño de todo el complejo. Por ejemplo, en lugar de una sala de espectáculos se construyó el restaurante.
Antes de la intervención de Mámontov, en el mismo lugar se levantaba un complejo hotelero de tres plantas, conocidos por su casa de baños.
El hotel se llamaba Chélishi en honor al propietario, el comerciante Chélishev, y el aspecto del edificio era bastante ordinario. Con todo, en el Chélishi se alojaron celebridades como Lev Tolstói y el pintor Iliá Repin.
En los planos del hotel se previó la inclusión de muchos avances: ascensores eléctricos, agua caliente, instalaciones frigoríficas, ventilación especial. El interés por las nuevas tecnologías, en general, es un rasgo inherente al estilo modernista, sobre todo en arquitectura. Además, en la mejor tradición del modernismo, en el complejo hotelero compuesto por 400 habitaciones no había dos estancias iguales.
Adornaron la fachada de arriba abajo con paneles vistosos ejecutados con la técnica de la mayólica: recubrieron la cerámica con vidriado de estaño de colores. La decoración interior del hotel se caracteriza por la presencia de diversos estilos: hay estancias ornamentadas al estilo dieciochesco, neoclásico y neorruso.
El diseño ornamental del Metropol corrió a cargo de célebres artistas. Serguéi Chejonin se ocupó de los motivos para las pinturas de plafón de la sala del restaurante. El mosaico La princesa de los sueños de Mijaíl Vrúbel se creó en el famoso taller de Savva Mámontov, en Abrámtsevo. Instalado en la fachada principal del hotel, se inspiró en la obra dramática de Edmond Rostand La princesse lontaine, cuya puesta en escena tuvo un éxito clamoroso en Rusia.
A merced de los acontecimientos del siglo XX
En 1917, durante la revolución, el Metropol con su arquitectura refinada, sus lujosas habitaciones y restaurantes de pronto se convirtió en un cuartel militar.
Fue un lugar de encarnizados combates entre los cadetes, fieles al Gobierno Provisional que se alojaba dentro, y los grupos de la Guardia Roja revolucionaria, que asaltaron el hotel. La toma triunfó después de abrir fuego de artillería, que causó daños considerables en el edificio: en su remodelación se invirtió alrededor de un año.
Con la llegada al poder de los bolcheviques la fachada sufrió cambios. Al principio en ella se representó la cita de Friedrich Nietzsche: “De nuevo una antigua verdad, cuando construyas una casa, te darás cuenta de que has aprendido algo”. En 1919, se añadió una cita de Lenin: “Sólo la dictadura del proletariado es capaz de liberar a la humanidad del yugo del capital”. Las palabras de Nietzsche se conservan parcialmente, aún hoy se pueden distinguir su rastro.
En 1918, los bolcheviques trasladaron la capital a Moscú. El nuevo gobierno eligió como una de sus sedes el Metropol, que empezaron a llamar Segunda Casa de los Soviets (la Primera era otro hotel de lujo, el Nacional, situado en el cruce de las calles Tverskáia y Mojováia).
En lugar de un público pudiente vestido con ropa refinada, el hotel se llenó de individuos con rictus severo enfundados en cazadoras de cuero: los funcionarios del nuevo gobierno. En el Metropol dio discursos más de una vez Lenin, vivieron y trabajaron Chicherin, Sverlov, Bujarin.
Las habitaciones donde vivían los ministros soviéticos se convirtieron en salas de recepción y en los gabinetes ministeriales. Con el reconocimiento internacional del estado soviético, a Moscú empezaron a llegar de nuevo grandes personalidades del extranjero, y el Metropol volvió a recuperar su estatus de hotel elitista. En él, durante sus visitas a Moscú, se alojaron invitados importantes para el estado soviético, como George Bernard Shaw, Bertold Brecht y Marlene Dietrich…
Entre los años 1986 y 1991 se acometió una restauración profunda del hotel, se devolvió el aspecto original a sus fachadas, se repararon las capas de colores de las pinturas murales, se restablecieron los elementos genuinos de la decoración.
Hoy el edificio del hotel Metropol, después de todas las duras pruebas y restauraciones que ha soportado, luce como una magnífica obra del modernismo. Es uno de los mejores hoteles del mundo, algo que avala la categoría de su clientela, de la talla de Gerard Depardieu, Arnold Schwarzenegger, Sharon Stone o Montserrat Caballé.
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