Esta bloguera lo sabe todo sobre la cultura de la bania en Rusia

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@nudeblogru
Anna Artemieva no se inmuta ante los piropos provocativos en un baño de vapor ruso (o bania) y conoce la diferencia entre las veniks de abedul y roble (escobas de hoja manual). Va a expediciones de bania por todo el país y cuenta sus experiencias en su blog.

“Fue en los baños Yamskie Bani (en San Petersburgo - Ed.) en verano. Una mujer en la sala de vapor estaba contando cómo su marido fue mordido en el escroto por una garrapata y las señoras comentaban cómo se había quitado la garrapata. Fue una conversación colorida y muy divertida que unió a todo el mundo; estaba llena de bromas, las mujeres gritaban de risa y no podías evitar reírte a carcajadas. Era pura alegría”, dice Anna Artemieva.

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Anna es posiblemente la bloguera más popular de Rusia especializada en el tema de la bania. Desde su ciudad natal, San Petersburgo, recorre el país en expediciones de bania, describiendo sus experiencias y dando consejos. En la actualidad, sólo su cuenta en Instagram cuenta con más de 10.000 suscriptores.

Roces y piropos en la bania rusa

Los visitantes habituales de la bania suelen ser mujeres y hombres de entre 30 y 40 años o más, pero, últimamente, los jóvenes profesionales de cuello blanco también han empezado a ir a la bania. Lo primero para lo que hay que estar preparado en una sauna rusa con este tipo de gente es que la charla puede ser desagradable, además de divertida, explica Anna.

Anna y su hermana menor, de 10 años, fueron una vez a una bania pública en Pskov. Su hermana no quiso desvestirse del todo y fue inmediatamente reprendida por las mujeres del lugar, que le gritaron: “¿Por qué llevas un traje de baño como si hubieras venido a una piscina?”. Según Anna, que también fue criticada por sus tatuajes: “Menos mal que has venido a la bania: al menos, tendrás la oportunidad de restregarte eso de tu piel”.

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“No me gustan los conflictos, y menos en la bania, fue una experiencia súper traumática. Es decir, vienes a la bania a relajarte, pero igual te obligan a estar en plan de pelea. Creo que este tipo de falta de respeto o de libertad de elección es un problema y no sólo en la bania, sino que, hasta cierto punto, es un problema de la generación mayor en la cultura rusa”, dice Anna.

En la bania, las mujeres también pueden hacerte cumplidos, aunque estos últimos pueden sonar bastante contundentes. “Vaya melones tenéis, chicas, espero que tengáis a alguien que os los acaricie” o “¡Qué cuerpazo! Si yo hubiera tenido uno así, no me habría casado sólo dos veces”. En los baños Krasnopresnenskie Bani, Anna oyó una vez a alguien decir: “¡Os deseo un buen baño, chicas, y que tengáis un amante de sangre caliente!”.

A Anna le gusta este tipo de enfoque. “Soy alta y un físico deportivo, con hombros anchos. Cuando era adolescente me molestaba, pero en la bania todo el mundo destacaba mi figura y me comparaba con una amazona o una diosa. No puedo decir que eso me haya curado de mi complejo, pero te da mucha energía. Ni siquiera los padres te dicen siempre todo lo que quieres oír, mientras que aquí es todo lo contrario”, explica la bloguera.

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Las banias rusas pueden ayudar a la gente a superar sus miedos o su torpeza a la hora de relacionarse con desconocidos: seguro que, tarde o temprano, le pides a alguien que te pase la venik; y puede que incluso aceptes cepillarle con la suya o darle un masaje con un estropajo, o acabes siendo considerado con los demás de otra manera.

Cualquiera que quiera probar la cultura rusa de la bania tiene que probar un baño de vapor, de tú a tú, con un bañista profesional, opina Artemieva. Se puede ir a un establecimiento caro para eso, pero las mejores experiencias de Anna fueron en pequeñas banias privadas.

“Estuve en Kandalaksha (una ciudad de la región de Múrmansk - Ed). La temperatura exterior era de -32°C. Vinimos a ver la aurora boreal. Estaba helado, todo alrededor era blanco como el agua. Nos encontramos con una bonita bania de madera con un pequeño agujero de hielo. Su propietario había saltado [sobre el hielo] y lo había atravesado. Se formó en la superficie un agujero del radio exacto de su estómago, pero todos los demás cabían en este, porque el hombre tenía un físico rechoncho. Lo único que teníamos allí era la sala de vapor, té y el agujero de hielo casero en el río caliente. Y esa simple combinación, sin ningún servicio particular, era mejor que cualquier bania cara”, concluye Anna.

Extraños rituales y encuentros con espíritus en el Norte de Rusia

La cultura de las banias privadas y públicas ha sobrevivido más intacta en Siberia y el norte de Rusia, dice Anna. Los asistentes a las banias ofrecen más o menos los mismos servicios en todas partes, con la única diferencia de las veniks, que suelen estar hechas de hojas de abedul, roble o coníferas. Sin embargo, los rituales y las costumbres locales sobreviven en muchas banias, algunas con cientos de años de antigüedad.

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Por ejemplo, en el norte sobrevive un gran número de banias calentadas “a la manera negra”. Combinan una sala de vapor y una sala de lavado, y la propia bania se calienta con un fuego situado en el centro de la sala bajo un montón de piedras. En Vologdá, la costumbre es tumbarse en la bania, por lo que ni siquiera existe el habitual banco de tablas de madera especial para sentarse. La idea es que el vapor llegue a todas las partes del cuerpo de manera uniforme.

“Hay un pueblo a 400 kilómetros de San Petersburgo donde viven los vepsianos (una pequeña etnia indígena - Ed). Siempre que van a la bania, piden permiso al espíritu de la casa de baños, el ‘Bannik’, y recitan conjuros para que les proteja de las desgracias. Siguen recordando que [las personas] no son los habitantes más importantes de este mundo y, por tanto, tratan a la naturaleza con respeto”, explica Anna.

Por ejemplo, intentan no darse un baño de vapor por la noche, tanto por consideraciones folclóricas como prácticas (es más difícil humedecer una bania por la noche). También se inclinan al entrar en la bania. El dintel de la puerta de entrada era muy bajo, tradicionalmente, por razones prácticas, con la idea de conservar el calor.

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Algunos residentes de la región de Arcángel contaron a Anna cómo se habían encontrado con Obderija, el espíritu femenino de la bania. La describen como una mujer desnuda con el pelo largo, que lleva suelto, y con grandes dientes. “Obderija vive en la bania y se burla de la gente”, dicen de ella. Pero también puede salvar a la gente de la desgracia, al menos eso creen los lugareños.

“Conocimos a un hombre que transportaba a la gente por el río local, el Pinega. Nos contó cómo Obderija le había salvado: se había envenenado con el humo de la bania y ella le arrastró fuera a tiempo. Añadió que Obderija también había ayudado a su hermana viuda. Tiene cinco hijos y se supone que el espíritu acunó a sus dos hijos pequeños en brazos, mientras la mujer superaba la muerte de su marido”, dice Artemieva.

En el distrito de Pinezhski, en la región de Arcángel, la interacción con el bannik formaba parte de las costumbres nupciales.

“Antes de su boda, la futura novia y sus amigas iban a la bania, acompañadas por una mujer con un papel especial: el de madrina o una especie de figura de tía. Ella dirigía todo el procedimiento y era responsable de que se realizase correctamente la ceremonia de transición de niña a mujer. En algunos barrios del distrito de Penezhski, esta mujer entregaba al bannik la virginidad de la futura novia para que la noche de bodas transcurriera con facilidad y sin molestias”, según la bloguera, que añadió que el ritual ya no se observa en nuestros días.

Una sensación de limpieza y la compañía de otros en la bania rusa

Para probar la sensación de un baño de vapor al estilo ruso, Anna aconseja hacer las siguientes tres cosas:

  • Combinar un baño de vapor en invierno con un chapuzón en un agujero de hielo.
  • Ir a la bania cuando hace calor, seguido de un baño en un río cercano.
  • Ir a una gran bania pública con mucha gente.
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“En una bania pública, nadie sabe quién eres. Puedes ser cualquiera, desde un contable hasta una modelo de portada, simplemente relajándote y preocupándote por ti misma. Además, las banias rusas parecen tener una atmósfera que recuerda a la de una iglesia. Las banias públicas son espaciosas con techos altos; y debido al calor, los olores fragantes, la humedad y la luz, tus pensamientos parecen disolverse y te liberas de todas tus preocupaciones”, concluye la bloguera.

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