5 grandes historias de amor entre España y Rusia
1. Olga Jojlova y Pablo Picasso
Jojlova (nacida en 1891 en Rusia) y Picasso se conocieron en un uno de los viajes por Europa que emprendió la bailarina, siendo miembro de la compañía Ballets Rusos de Diághilev. El pintor español trabajó en la decoración para uno de los ballets en los que su futura mujer participó. “Yo soy Olga Jojlova, la sobrina del zar”, dijo la bailarina a Picasso cuando les presentaron en el teatro, en 1917.
Se casaron un año después en la iglesia ortodoxa rusa de París. Su historia de amor estuvo marcada por altibajos, celos, infidelidades, ida y venidas. Estuvieron juntos doce años. Olga fue madre del primer hijo de Picasso, Pablo. Además, fue modelo de algunos de sus cuadros, tales como Olga Jojlova con mantilla y Retrato de Olga en un sillón. Se separaron en 1935, pero seguían siendo oficialmente casados hasta la muerte de Olga en 1955.
2. Salvador Dalí y Gala
El pintor español Salvador Dalí y Gala (su nombre verdadero fue Elena Diákonova) se conocieron en 1929 en Cadaqués. “La pasión por Gala fue instantánea, fue un amor completo, intenso y duradero”, recordó posteriormente Dalí en una entrevista a RTVE.
Elena Diákonova nació en 1894 en Kazán (Rusia), pero a los 19 años se trasladó a Suiza para tratarse una tuberculosis. Fue allí donde conoció a su primer marido, el poeta francés Paul Éluard, con quien se casó en París en 1917.
El encuentro con Dalí en Cadaqués en 1929 lo cambió todo. Se casaron por lo civil cinco años después en Els Àngles, Girona. En 1958 se casaron de nuevo por el rito católico, tras obtener un permiso especial del Papa Pío XII.
Dalí pintó a su musa en los cuadros Assumpta Corpuscularia Lapislazzulina, La mujer visible, Leda atómica, La Madonna de Port Lligat y muchísimos otros. No fue un matrimonio convencional, pero tampoco sus miembros fueron personas convencionales. Dicen que la devoción de Dalí por Gala no fue correspondida. “Me importa poco si Dalí me ama o no. Personalmente yo no amo a nadie”, confesó Gala en su diario íntimo, además, reconoció que tuvo amantes mientras estuvo con Dalí.
Tras la muerte de su musa en 1982, Dalí cayó en una profunda depresión y se encerró en su castillo de Púbol, hasta que un incendio le obligó a cambiar de residencia. Al salir del castillo, se le diagnosticaron síntomas severos de desnutrición: sin Gala se negaba a comer y beber.
3. Iván Turguéniev y Paulina Viardot
El clásico de la literatura rusa del siglo XIX, Iván Turguéniev (1818-1883), conoció a la cantante española, Pauline Viardot-García (1821-1910) en el Teatro Mariinski de San Petersburgo en noviembre de 1843. Desde aquel día decidió abandonar su país para vivir a caballo entre Baden-Baden y París y estar cerca de su amor el resto de sus días.
La enigmática mujer que le robó el corazón a Iván Turguéniev, era hija de dos cantantes de ópera españoles, Manuel García y Joaquina García-Sitches. Paulina nació y vivió en París. En 1840 contrajo matrimonio con el escritor e hispanista francés Lous Viardot.
Desde que Turguéniev la conoció en San Petersburgo, se negó a separarse de la española. Paulina, Louis Viardot e Iván Turguéniev formaban un triángulo público y aceptado por el marido, viajaban y vivían prácticamente juntos. Además, el escritor ruso adquirió una casa en Bougival para estar a pocos metros de su amada Pauline. Toda la obra novelística de Turguéniev estuvo marcada por esta tormentosa relación, que a veces le llevaba a la extrema desesperación.
4. Serguéi Prokófiev y Lina
Lina Prokófiev, nacida en Madrid en 1897 como Carolina Codina y criada en Brooklyn, fue una cantante que siguió por amor al compositor ruso Serguéi Prokófiev, hasta caer víctima de la dictadura de Stalin.
Sus destinos se cruzaron en 1918 en Nueva York, donde Lina asistió a un concierto del famoso Prokófiev. Una vez presentados, empezaron su relación. Pasaron varios años apostando por su carrera profesional, vivieron en París e Italia. Se casaron en 1923 en Ettal (Alemania), cuando Lina estaba embarazada de su primer hijo, Sviatoslav. En 1936 se trasladaron a Moscú. Dos años más tarde, Serguéi conoció a Mira Mendelssohn, estudiante de literatura y admiradora de su música, y se enamoraron.
En 1941 Serguéi y otros intelectuales rusos fueron evacuados al Cáucaso bajo amenaza de la invasión alemana, pero Lina decidió quedarse en Moscú con sus hijos. Trabajó como traductora para la agencia de noticias Sovinformburó y recibía ayuda económica de su marido, quien se casó con Mira en 1948, pensando que su matrimonio con Lina no tenía validez en la URSS, ya que no fue inscrito en ningún consulado soviético.
El 10 de febrero del mismo año el régimen de Stalin condenó la música formalista de Prokófiev y diez días después Lina fue acusada de espionaje y condenada a trabajos forzados en el Gulag.
Prokófiev murió el mismo que Stalin, el 5 de marzo de 1953. En junio de 1956 Lina fue liberada del Gulag. Un año después se reconoció oficialmente su inocencia y se le entregó un certificado de su matrimonio con Prokófiev con una pensión como viuda soviética.
Lina abandonó la URSS en 1974 y se instaló en Londres.
5. Sofía Troubetzkói y el “gran duque de Sesto”
Sofía Troubetzkói (1838-1898) fue una princesa de origen ruso que se casó en segundas nupcias con Pepe Osorio, “el gran duque de Sesto”, XVII marqués de Alcañices y alcalde de Madrid a finales del siglo XIX.
Sofía se destacó como una de las mujeres más bellas y elegantes de Europa de su época y como persona que introdujo el árbol de Navidad en España.
Aunque oficialmente la duquesa se consideraba hija del príncipe Serguéi Troubetzkói, teniente de caballería, ella misma se creía hija del zar Nicolás I (de hecho, muchos le atribuían la paternidad, conociendo su debilidad por la madre de Sofía) y además, fue tratada como tal toda su vida.
Enviudó de su primer marido, Carlos Augusto de Morny, hermanastro de Napoleón III y embajador de Francia en San Petersburgo. Tras descubrir que le había sido infiel, decidió empezar una vida nueva.
En 1869 se casó en segundas nupcias con José Osorio y Silva, conocido como Pepe Osorio, “el gran duque de Sesto”, al que conoció en Francia, donde este residía temporalmente. Se trasladaron a Madrid y en 1870, por primera vez en España, montaron el árbol de Navidad. El abeto fue instalado en su palacio, ubicado en el solar donde más tarde se levantó el edificio del Banco de España.
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