
Cuando el kisel salvó Bélgorod del saqueo de los nómadas

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Según cuenta la Crónica de los años pasados, el viejo propuso cavar dos pozos. En uno de ellos pusieron un barril con kisel cocido de los restos de avena, trigo y salvado. En el segundo un barril con la miel que quedaba en la ciudad.
Los representantes de los pechenegos fueron invitados a la ciudad, y se les dijo: "¿Por qué perdéis el tiempo? ¿Podéis durar más que nosotros? Si aguantáis 10 años, ¿qué nos haréis? Tenemos comida que sale de la tierra. Si no creéis, vedlo con vuestros propios ojos".
Los habitantes empezaron a sacar kisel de un pozo y miel de otro, sumiendo a los nómadas en el estupor. Ofrecieron la “comida de la tierra” a los líderes enemigos, que no tuvieron más remedio que alejar a los guerreros de las murallas de la ciudad.