Cómo un vicecónsul británico acabó jugando en la selección rusa de fútbol
El diplomático fue invitado a unirse al equipo de la Fábrica Morózov por sus compatriotas, los hermanos Charnock. Lockhart llegó a Moscú en 1912 y no tardó en cogerle el gusto. Los Charnock fueron los primeros ingleses que Lockhart conoció durante su estancia en el país. Le hicieron una oferta que el diplomático no pudo rechazar: ingresar en el club deportivo de fútbol Oréjovo. Aceptó sin dudarlo, a pesar de que nunca antes había practicado este deporte.
Aunque se decía que Lockhart era un gran jugador, el verdadero futbolista era en realidad su hermano mayor. Nuestro héroe, en cambio, se inclinaba más por el boxeo y la esgrima. Pero a nadie le importaba. En sus memorias, Robert Bruce Lockhart escribió: "Siempre he considerado mi experiencia futbolística con el proletariado ruso como la parte más valiosa de mi educación rusa. Me temo que me hizo más bien a mí que a mi club. Con dificultad pude ocupar el puesto que me habían asignado en el equipo. A pesar de ello, los partidos fueron muy interesantes y generaron mucho entusiasmo".
Lockhart, sin embargo, era demasiado humilde: lo cierto es que aprendió rápido, jugó de medio centro izquierdo y participó en los partidos del campeonato moscovita, la Copa Fulda, que ganó el club. Más tarde, el diplomático escribiría que la medalla de aquella victoria era una de las pocas cosas que conservaba.
En 1917, Lockhart abandonó Rusia durante un año, antes de regresar como jefe de la misión británica. Sin embargo, en septiembre de 1918 fue detenido: resultó que el encantador diplomático era un espía. Según la versión oficial, las embajadas estadounidense, francesa y británica preparaban un golpe militar en el país. Un mes más tarde, abandonó finalmente Rusia.
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