Efrosín, el monje ruso que convirtió a Drácula en una lección moral
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Un monje curioso en el norte de Rusia
Efrosín vivía en el monasterio de Kiríllo-Belozerski (‘Кирилло-Белозерский монастырь’), en el norte de Rusia, un importante centro intelectual y espiritual de la época. Allí, los monjes copiaban manuscritos tanto religiosos como seculares, preservando saberes del mundo bizantino y de Europa oriental.
Vista del monasterio de primera clase de Kiríllo-Belozerski en conmemoración del 500º aniversario de su fundación (1897).
A diferencia de muchos de sus hermanos, Efrosín tenía una curiosidad poco común: coleccionaba relatos profanos, crónicas extranjeras y textos que algunos consideraban “sabiduría prohibida”. Entre ellos incluyó un relato procedente de los Balcanes, traído probablemente por diplomáticos de Moscovia: la historia del príncipe Vlad Drácula, célebre por empalar a sus enemigos.
Su manuscrito, datado en 1490, es el primer texto eslavo que narra la vida de Vlad Tepes, apenas dos décadas después de su muerte. En sus páginas, Efrosín no describe un vampiro, sino un gobernante cruel, astuto y castigado por abandonar la fe ortodoxa en favor del catolicismo. Para el monje, Drácula no era un monstruo sobrenatural, sino un pecador castigado por su soberbia y su alejamiento de la verdad divina.
Retrato de Vlad Tepes
De Transilvania al norte ruso
Los historiadores creen que Efrosín recibió el texto original a través del diplomático moscovita Fiódor Kuritsin, famoso por sus contactos con las cortes europeas y sus ideas consideradas heréticas. Kuritsin habría obtenido la historia en la corte del rey húngaro Matías Corvino, enemigo y carcelero de Vlad Tepes. Otros estudiosos, como el profesor Robert Romanchuk (Романчук Р. “Византийская герменевтика и педагогика на русском Севере” — Издательство Торонто, 2007), sugieren que fue su hermano, Iván Volk Kuritsin, quien tradujo el relato al ruso antes de que Efrosín lo copiara en su cuaderno.
Sea como fuere, el texto viajó miles de kilómetros (desde los Cárpatos hasta los bosques de Beloózero), transformándose en una advertencia moral adaptada a la sensibilidad ortodoxa.
Drácula, espejo de los príncipes rusos
En la versión de Efrosín, según el Instituto de Literatura Mundial Gorki Drácula aparece como un voivoda (un jefe militar) que castiga tanto a culpables como a inocentes, quemando aldeas enteras o empalando a quienes desobedecían. El monje relata estos actos con tono severo, no por placer macabro, sino como advertencia espiritual: el príncipe que se aparta de la verdadera fe se condena.´
En la Rusia del siglo XV, donde la consolidación del poder de Moscovia coincidía con intensos debates sobre la ortodoxia y la autoridad, esta historia servía como espejo político. Muchos lectores vieron en Drácula un ejemplo extremo de cómo el poder sin fe conduce al castigo divino, y cómo incluso un gobernante fuerte debía someterse a las leyes de Dios.
Carta Marina Russia Alba Moscovia, 1539
El manuscrito perdido y redescubierto
El manuscrito de Efrosín fue conservado en su celda del monasterio durante siglos. Contenía más de quinientas páginas con relatos, crónicas y reflexiones morales. Solo siete de sus cuadernos han llegado hasta nosotros. En 1918, su colección fue trasladada desde la Academia Teológica de San Petersburgo a la actual Biblioteca Nacional de Rusia, donde se conserva y puede consultarse digitalmente.
Los investigadores soviéticos, según Ras.ru (Российская академия наук — “Эфросин и его рукописи в Кирилло-Белозерском монастыре) descubrieron en él algo insólito: una sensibilidad casi renacentista dentro de la ortodoxia rusa medieval. Efrosín no escribía por encargo, sino por curiosidad intelectual; su Historia de Drácula el Voivoda muestra una mente analítica, interesada en la moral, la política y la psicología del poder.
De monje a precursor de un mito mundial
Cinco siglos después, el relato de Efrosín sigue siendo una joya del patrimonio literario ruso. Su Drácula no busca sangre, sino redención. No teme al sol, sino al juicio de Dios. Y, sin saberlo, aquel monje del norte de Rusia contribuyó a moldear una de las leyendas más duraderas del mundo.
En su celda del monasterio, entre velas y manuscritos, Efrosín nunca habría imaginado que su Historia de Drácula el Voivoda acabaría siendo leída como el primer eco eslavo del mito universal del vampiro.