¿Por qué hoy todos los rusos sueñan con encontrar una flor de helecho?
El Día de Iván Kupala (7 de julio) es una de las principales fiestas populares del verano. Está asociado a muchos rituales hermosos en los que participan el fuego, el agua y las flores: saltos sobre hogueras, baños en el agua y en el rocío de la mañana, trenzado, entrega y suelta de coronas florales en el río. Una de las leyendas clave de la festividad es la búsqueda de la flor de helecho.
"La Noche de Iván Kupala" o "La Flor del Helecho", pintura de V. Prushkovski (1875)
El helecho común no florece y se reproduce por esporas, pero el “mágico” se abre en forma de una flor escarlata. “Mira, un pequeño capullo rojo empieza a brillar y, como si estuviera vivo, se mueve. ¡De verdad es maravilloso! Se mueve y se hace cada vez más grande, más grande, y se enrojece como un carbón ardiente. Brilló como una estrellita, algo crujió suavemente y la flor se abrió ante sus ojos, como una llama, iluminando también lo que la rodeaba”, escribió Nikolái Gógol en Noches en vísperas de Iván Kupala.
Encontrarla es difícil: crece en lo más profundo del bosque. Algunas creencias dicen que es mejor buscarla desnudo. Y si uno tiene la suerte de hallarla, debe cortarse la palma de la mano hasta sangrar, esconder la flor bajo la piel y correr sin mirar atrás. Detrás del afortunado lo perseguirán y asustarán todos los demonios del bosque.
Pero si se superan todas las pruebas, la flor de helecho revelará a su dueño los lugares donde están escondidos tesoros y además lo convertirá en un “sabio”, es decir, en alguien que podrá tratar con fuerzas oscuras y recibir de ellas diversos favores. Sin embargo, a Petró, el protagonista de La noche en vísperas de Iván Kupala, la flor no le trajo más que desgracias.
