¿Quién fue Zinaída Guipius, la primera feminista de Rusia?
Zinaída Guipius fue una eminente e importante poeta, prosista y crítica rusa. Su influencia poética y cultural fue de la mano de su negativa a ajustarse a las nociones prescritas de feminidad. Admirada por escritoras como Virginia Woolf y Gertrude Stein, Guipius fue una figura central en la élite cultural establecida de su época, a pesar de ser muy subversiva. Sin embargo, hoy en día, en Occidente, está prácticamente olvidada.
Innovadora e influyente
Nacida en Beliov, Tula (112 millas al sur de Moscú), el 20 de noviembre de 1869, Guipius comenzó a escribir poesía a una edad temprana. Se trasladó a San Petersburgo en 1889 tras casarse con Dmitri Merezhkovski, que era un importante poeta, escritor y crítico literario por derecho propio. La pareja pronto se convirtió en figuras clave de la élite literaria de San Petersburgo, acogiendo ilustres tertulias y conociendo a personalidades como Máximo Gorki, Antón Chéjov y Lev Tolstói.
Tras la Revolución de Octubre de 1917 y la posterior guerra civil, Guipius y Merezhkovski se unieron al éxodo de muchos escritores, filósofos y estadistas importantes de Rusia, trasladándose a París en 1919. Celebraron famosos salones dominicales en los que Guipius ejercía de líder autoritaria, presentando temas de confrontación para discutir y dirigiendo las polémicas. En 1927 organizó la primera reunión de la Zelenaia Lampa (la Lámpara Verde), considerada una de las más importantes y eruditas de los muchos grupos literarios de emigrantes de la época.
Guipius fue una poetisa innovadora que se situó firmemente en el corazón de la primera ola del simbolismo ruso, y muchos poetas simbolistas posteriores basaron su técnica en sus experimentos con la rima y la métrica. Los escritores simbolistas veían la palabra escrita como un medio para aprehender una verdad infinita y trascendental, y Guipius jugaba con motivos decadentes y temas de lo sagrado y lo profano.
Formuló una ideología según la cual “el arte debe materializarse sólo en lo espiritual”, y su espiritualidad (como muchos otros aspectos de su vida) era poco convencional y estaba vinculada a una búsqueda de la libertad espiritual. “Mi alma está desnuda, despojada hasta la más pura desnudez”, escribió en su poema de 1905 El anillo de bodas: ¡Ha escapado, ha trascendido todos sus límites!
Desafiando las normas de género
La poesía era también un espacio en el que Guipius podía escapar de las expectativas de género. A menudo adoptó un personaje masculino en su obra, y fue criticada por utilizar las terminaciones masculinas de los verbos y los pronombres personales. En respuesta, afirmó que quería "escribir poesía no sólo como mujer, sino como ser humano".
Guipius trató su vida como un arte y la utilizó como un medio más para explorar su filosofía creativa. Fuera de su círculo tenía fama de ser una “Madonna decadente” y se la comparaba con el diablo. No hizo nada para contradecir estas etiquetas, asociándose con la figura gótica de la araña y utilizando motivos e imágenes decadentes en toda su poesía:
La seda arde en llamas,
Luego se convierte en un charco de sangre;
"Amor" es nuestra mísera palabra
Para la sangre que el lenguaje no puede nombrar.
(La costurera, 1901)
El estilo personal de Guipius era tan elaborado como subversivo. A veces llevaba vestidos ostentosamente femeninos que muchos de su entorno consideraban “inapropiados”, dando una imagen y una actitud que parodiaba las concepciones convencionales de la feminidad. Andréi Beli, uno de los simbolistas rusos más importantes, la describió como “una avispa de tamaño humano”, llegando a decir que “un bulto de pelo rojo distendido... ocultaba una cara pequeña y torcida... el encanto de su esqueleto huesudo y sin caderas recordaba a un comulgante cautivando hábilmente a Satán”.
También solía vestirse con ropa masculina y llevar una lorgnette o monóculo de un solo cristal, para horror de sus contemporáneos. Aunque inusual, el travestismo no era inaudito a principios del siglo XX, pero la presencia de Guipius como dandi, una figura estilísticamente andrógina pero esencialmente masculina, revela la complejidad de su identidad autoconstruida. El dandi, que se hizo más famoso en Europa gracias a Oscar Wilde, era un individuo típicamente decadente y acomplejado, interesado en el artificio y en las sensaciones artísticas intensas, que cultivaba un comportamiento distante y desdeñoso.
Guipius, una mujer ferozmente individual, estaba comprometida con la protección y el cultivo de la cultura rusa (a diferencia de la soviética), e inspiró y ayudó a sus contemporáneos tanto como los confundió. A la gente le costaba entender ese verdadero radicalismo, pero su destreza poética y su influencia literaria le dieron la libertad de despreciar las normas sociales de forma tan flagrante. En su poema de 1905, Maleficio, clama: “¡Late, corazón, late cada corazón a su vez! / Levántate, cada alma sin grilletes”. Más de un siglo después, este grito de guerra nos sigue desafiando a abrazar la individualidad y a reconocer la libertad que puede suponer desafiar las normas esperadas de la sociedad.
Síguenos en nuestro canal de Telegram: https://t.me/russiabeyondes
Estimados lectores,
Nuestro sitio web y nuestras cuentas en las redes sociales corren el riesgo de ser restringidos o prohibidos, debido a las circunstancias actuales. Por lo tanto, para mantenerte al día con nuestros últimos contenidos, simplemente haz lo siguiente:
- Suscríbete a nuestro canal de Telegram: https://t.me/russiabeyondes
- Suscríbete a nuestro boletín semanal por correo electrónico: debajo de cada artículo hay un espacio para hacerlo.
- Habilita las notificaciones push en nuestro sitio web.
Instala un servicio de VPN en tu ordenador y/o teléfono para tener acceso a nuestra web, aunque esté bloqueada en tu país.
LEE MÁS: Poetas rusas contemporáneas, de la búsqueda de dios al 'performance'